Comentario
Si la crisis incidió en la sociedad rural, la recuperación que le siguió, como es lógico, no podía dejar de incidir igualmente en ella. De todas formas resulta en extremo difícil reducir a unas líneas generales la compleja huella dejada por la reconstrucción agraria en el ámbito de las relaciones sociales del mundo rural.
En principio puede afirmarse que la reactivación del campo trajo beneficios a sus cultivadores. Los restos de la vieja servidumbre retrocedieron notablemente en buena parte de Europa, al tiempo que muchas de las corveas que aún subsistían fueron convertidas en rentas en metálico, lo que en principio favorecía a los labriegos que estaban obligados a satisfacerlas. Paralelamente progresaban los contratos de larga duración establecidos con los cultivadores de la tierra, lo que también resultaba ventajoso pare estos últimos. Refiriéndose a los campos de la zona de Burdeos, R. Boutruche demostró que a mediados del siglo XV, o más concretamente después del año 1453, fecha decisiva para la confirmación del triunfo francés en la guerra de los Cien Años, las cargas señoriales habían disminuido y la dependencia de los labriegos se había suavizado notablemente con respecto a la situación existente un siglo antes. Ahora bien, todo lo indicado no fue óbice, ni mucho menos, para que, al mismo tiempo, se fortalecieran los grandes propietarios territoriales, caso de los "landlords" ingleses, los "junkers" alemanes o los ricos hombres de la Corona de Castilla. Quien se llevó la peor parte fue, según todos los indicios, la pequeña nobleza rural, la cual, tras el varapalo que recibió de la depresión, se encontró sin fuerzas suficientes para salir adelante. Por otra parte, en algunas regiones de Europa, particularmente en el Este, la servidumbre, lejos de retroceder, conoció a fines de la Edad Media un notable resurgimiento. Es más, podría fijarse una imaginaria línea divisoria, que discurriría entre la ciudad de Dantzig, en tierras imperiales, y el norte del Adriático, para deslindar el ámbito en donde avanzaba la liberación del campesinado del área en la cual, por el contrario, progresaba la servidumbre de los trabajadores de la tierra. Los dos territorios se hallarían, respectivamente, al oeste y al este de la línea citada.
Recordemos algunos datos: al filo del 1500 se aprobó en Bohemia una medida según la cual ningún campesino, ni su hijo, podía abandonar la tierra que cultivaba, si no daba su consentimiento previo el propietario; casi por las mismas fechas se agravó la condición de los labriegos que trabajaban en las tierras de la nobleza húngara, hasta el punto de convertirse de facto en siervos; también la condición de los campesinos de Lituania y de Rusia experimentó un considerable retroceso por aquellos años. Pero no sólo empeoró el status de los labradores en Europa oriental. En Dinamarca tuvo lugar, durante el reinado de Juan I, que se desarrolló a caballo entre los siglos XV y XVI, un notorio empeoramiento de la condición social de los campesinos, muchos de los cuales cayeron en la servidumbre lisa y llanamente.